Dos ardillas y una piña es un maravilloso cuento de tapa dura de tamaño grande (25×30 cm) y 40 páginas finas.
La letra es de tamaño grande, escrito en minúscula, tipo imprenta (aunque tiene algunas frases en mayúsculas y en otras tipografías para destacarlas), es de fácil lectura.
El autor es Jim Field y la ilustradora Rachel Bright. La editorial es Edelvives.
El rango de edad es de 3-7 años.
Elegí este cuento porque aunque mi hijo no tiene problema con compartir (de momento) me pareció una buena forma de introducir el tema de la importancia de compartir y la amistad.
La historia transcurre en un bosque donde el final del buen tiempo termina y los animales guardan comida para los meses de escasez. Todos, menos la ardilla Cyril, que es espontáneo y vive el día a día, hasta que un día su despensa está vacía y buscando descubre la última piña de la temporada en la rama de un árbol.
Pero no es el único que le ha echado el ojo a la piña, pues Bruce el previsor también la quiere para su almacén. Comienzan una frenética competición por la piña, que rueda, se cae, salta y termina cayendo al agua a lo que las ardillas no se lo piensan y se lanzan tras ella. Tan empeñados están en ganar que no se dan cuenta de la llegada de un pájaro que se lleva la piña y los deja sin ella. Terminan enfadados y en el río, el cual los lleva hacia una cascada por donde caen.
Cyril se agarra a una rama y ayuda a Bruce a salir del agua. Juntos, empapados y agotados empiezan a reírse dándose cuenta de lo egoístas que habían sido y que casi se ahogan por pelearse y no compartir. Esto hace a Bruce darle las gracias por salvarle y deciden ser los mejores amigos y no separarse nunca. Cambian su forma de pensar, comienzan a compartir, ser amables y generosos. Porque como dice la última frase del cuento: <<Compartir con un amigo un buen rato es lo mejor>>
Con este precioso cuento se trabaja la amistad, el compañerismo, el compartir y recibir, ayudar y ser ayudado, el que pelearse no lleva a nada, a dar las gracias, a ser previsor y a no ser avaricioso, entre otras cosas.
Creo que este libro es una forma muy divertida de enseñar a los niños a no pelear con sus amigos y por supuesto a compartir.
En mi caso con mi peque de 2 años y medio aunque la narración del cuento es algo compleja por el vocabulario que utiliza, yo la adapto y gracias a las ilustraciones que son grandes y llamativas hace más fácil entender la historia y si el adulto que lo cuenta lo «dramatiza» las risas están aseguradas.
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